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Dhiravamsa. In Memoriam

Vichitr Ratna Dhiravamsa, Dhira, como cariñosamente lo llamábamos murió el día 28 de Julio de 2021 a los 87 años. Según testigos su salida de este mundo la realizó con total elegancia y con la frase -I am ready to go.

Desde hace un tiempo gente importante para nuestras vidas se están marchando, el tiempo va marcando su ritmo inexorable. Hace una par de meses me pidieron un escrito sobre Claudio Naranjo, con el que curiosamente Dhira ha compartido modos de vida.

Conocí a Dhira a mediados de los años 90. Me invitó a ir a su casa, por entonces vivía en Pals, en el Ampurda. Me recibió con cara seria de maestro al mismo tiempo que organizaba los utensilios de cocina: -vivo solo, me comentó, como dando a entender que estos menesteres le eran cotidianos.

Poco a poco se fue abriendo, dimos un paseo observando el mítico Golfo de Rosas repleto de construcciones. Pensé, este sitio en invierno vapuleado por la tramontana no parece un lugar adecuado para un humano de tierras calientes. La conversación no tardó en salir: -quiero cambiar de residencia. Quizás ya estaba en conversaciones sobre ello con Vicente Arráez, su médico personal y discípulo.

-Quiero organizar seminarios que ofrezcan un encuentro genuino entre la psicoterapia y la meditación, le comenté. Añadí que llevaba en el Zen desde mediados de los años setenta, Deshimaru, Seon Sa Nim, etc. Asintió, desde el primer momento, de forma pausada. Nos constituimos como colegas y amigos; y, emergiendo la chispa de una buena conexión, ya que él estaba muy interesado en la forma en cómo en occidente estábamos por la síntesis entre la meditación y la psicología.

Así comenzó una larga amistad y una buena cantidad de seminarios por toda España. Un día hablamos de Canarias, Dhira ya estaba pensando en que sería la tierra adecuada y más parecida a su Thailandia natal. También trabajamos juntos allí.

Thailandia obviamente formaba parte ineludible de su vida, y quedamos en recibir allí el año 2000, aunque Dhira cambió de idea por algunas desavenencias y ajetreos propios de vivir la vida en el mundo y no en un monasterio.

Cientos de personas pasaron por nuestros seminarios de Vibración Inducida -momento de la acción- y que era mi trabajo; y, la Meditación Vipassana -la recepción- dirigida por él. De hecho Dhira participaba activamente en la Vibración y movía el cuello en todas direcciones quedando extenuado, y sintonizando con todos en la horizontal receptiva. -I like it, no dejaba de repetir. Ambos preparábamos los seminarios y explicábamos lo que se pretendía: crear acción para entrar en el “reposo receptivo”. Le pedía a Dhira que hablara sobre el deseo y cómo encararlo en la meditación: atravesar el deseo bajo el estado meditativo era siempre su respuesta. Al final los participantes en las intervenciones compartidas comentaban muchas veces de forma emocionada que habían llegado a estados profundos en ambas prácticas, que obviamente se complementaban a sí mismas. De hecho hacíamos meditaciones de dos horas ininterrumpidas dando facilidades para ponerse de pie a todo aquel que no pudiera resistir. Hacíamos meditación en la hierba (conocida como kin-hin en japonés)siguiendo el orden pausado del maestro, inspirando levantando el pie, expirando colocándolo suavemente.

Con el discurrir de los años Dhira me fue contando su vida, de cómo fue considerado un niño listo y por ello adecuado para entrar a estudiar en un monasterio budista theravada a los trece años de edad. De cómo vino a Inglaterra acompañando a su maestro en 1965. Atraído por el nuevo mundo que se le abría soltó los hábitos y se dispuso a vivir y a enseñar desde la visión profunda como base: Metta como cualidad del corazón. Posteriormente fue invitado a California, un lugar de llamada para maestros orientales, y llegó a ser profesor de meditación en la Facultad de Psiquiatría de la Universidad de Stanford. Incluso llegó a montar su propio centro en una California que por entonces contaba con cientos de ellos.

Muy agradecido comentaba de cómo fue Invitado a España y cómo encontró el lugar adecuado, además de atender a sus seguidores por todo el mapa. Publicó con la editorial La Liebre de Marzo, y tanto Fernando como Enric participaron en sus retiros. También participó con un capítulo en mi libro La Consciencia Transpersonal en la editorial Kairós, entre otros.

Se quedaba en mi casa, motivo por el cual las cenas eran motivo para compartir vivencias. Recuerdo una cena en un famoso restaurante tailandés de Madrid, Dhira estaba pletórico esa noche. Para mi sorpresa en relación a mis preguntas Dhira me comentaba sus momentos de meditación profunda y de cómo entraba en vivencias de fuego intenso. Creo que estos momentos de espontaneidad son más esclarecedores que los que discurren en el marco colectivo, y en los que Dhira acostumbraba a alejarse de lo ceremonial.

Y desde mediados de los noventa hasta 2007 estuvimos impartiendo seminarios. Estuve un par de años en California, pero los retomamos hasta que la intensidad de los compromisos fueron marcando el terreno. También entendía por mi parte que el mensaje estaba dado, mucho antes de que apareciera la fiebre del mindfulness.

Finalmente, en un grupo organizamos una meditación diaria desde el momento en que supimos de que Dhira se encontraba grave, nos unimos así a la petición de sus discípulos.

Finalmente sus discípulos organizaron una ceremonia muy sentida y sencilla.
Dhira escuchó y fue escuchado.

Gracias Dhira por tus enseñanzas milenarias de ese extremo Oriente que tanto nos ha orientado.

Es la Luz lo que desciende al final de todo,  consciencia receptiva como esencia que va más allá del cese mental.

Manuel almendro. 12 de Agosto de 2021

Fotos de los mediados de los 90:

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